Un 6 de octubre del año 2005, Guatemala se vio sumida en una catástrofe mortal con el paso de la tormenta Stan, una de las peores tragedias naturales que ha vivido el país y que afectó principalmente a las comunidades Tzanchaj y el Cantón Panabaj, en Santiago Atitlán, Sololá.
Las intensas lluvias arrasaron con cosechas, viviendas y pertenencias de todo tipo. Lo más lamentable, las vidas humanas que se perdieron y que al momento en que Revista GERENCIA presenta a sus lectores los detalles de este desastre natural, sumaban 884 personas desaparecidas y 669 fallecidas, el dato oficial no se llegó a conocer.
La cobertura fue complicada, las carreteras se encontraban en pésimo estado y las lluvias no cedían. GERENCIA se hizo presente como parte del equipo de comunicación que viajó a hacia el Cantón Panabaj, un lugar que las incesantes lluvias borraron del mapa. Hoy, solo existe en las memorias de quienes lo conocieron y en los anales de la historia del país.
Fuimos testigos en primera fila de los daños severos que vivieron estas comunidades que rodeaban un cerro que al derrumbarse soterró a sus habitantes bajo toneladas de lodo y tierra. Pero, también comprobamos la solidaridad del guatemalteco, voluntarios en tareas logísticas, empaque y distribución de alimentos; choferes para trasladar la ayuda; donantes, víveres, frazadas, ropa… La Conred, la policía, los Bomberos Voluntarios y Municipales, los medios de comunicación, las cámaras empresariales, empresas, empresarios grandes y pequeños, obras sociales, la ayuda internacional, inclusive la visita de la Reina Sofía de España, y muchos guatemaltecos que se hicieron presentes para brindar su mano solidaria a los damnificados.
“De 64 municipios, 45 fueron devastados en su actividad agrícola, pecuaria y forestal, también en infraestructura, servicios básicos y vivienda”, así lo informó el entonces viceministro de desarrollo de las Mipymes, Carlos Herrera. En Sololá 256 empresas se vieron seriamente afectadas, en San Marcos 179 y en Escuintla 85.
El desastre dejó una gran desolación, pero también grandes enseñanzas para el país. Algunas teorías coincidían en que esto se pudo haber controlado, al menos los daños en carreteras, puentes, viviendas y en las personas hubieran disminuido si no hubiera tanta deforestación y si existieran rigurosas prácticas de conservación del suelo.