Las mujeres ejercen su propio estilo de liderazgo
Cuando uno revisa literatura occidental sobre el liderazgo se encuentra con que las primeras conceptualizaciones, prescripciones y descripciones de las características de un líder coinciden muy claramente con las del liderazgo masculino: el líder es quien dirige y toma las decisiones, define la tarea y las metas. Es el líder quien se encarga de dar línea y los colaboradores siguen sus directrices y aportan desde su lugar.
Sin embargo, con el tiempo han surgido otras concepciones más incluyentes y comunales, más parecido al que se asocia con el liderazgo femenino. Porque hoy en día, tanto hombres como mujeres pueden ejercer efectivamente un liderazgo más transformacional. Cabe aclarar que, ningún tipo de liderazgo sirve para todas las circunstancias. Depende de la situación, del tiempo que se tenga para la toma de decisiones, de las condiciones, del área, en fin, podríamos decir que el buen líder es el que es capaz de identificar cuándo obrar de una u otra forma en función de las personas, de la tarea y del contexto.
Ahora, lo que encuentro cada vez con mayor frecuencia son mujeres líderes, claramente líderes, con su propio estilo que caracterizaría de la siguiente manera: son personas muy hábiles, con una claridad cristalina sobre la tarea a realizar y una gran capacidad de ejecución.
Son capaces de armar un buen equipo y de promover y permitir la participación de sus colaboradores de una manera eficiente, generan confianza por su conocimiento y por su trato y no les da temor reconocer sus errores y echar marcha atrás cuando sea necesario. Tienen en cuenta el detalle, así como la mirada total. Y si se requiere ejecutar una acción para sacar adelante una decisión, la saben hacer y con toda sencillez.
Recuerdo a la presidente de un importante banco colombiano quien me decía en la entrevista: “si se requiere por algún motivo bajar a contar billetes y no hay quien lo haga, yo bajo”. Saben decir lo que sienten y también manifiestan su desacuerdo, y lo saben hacer de una manera amable, que prioriza la tarea y los beneficios que conlleva el resultado para la mayoría.
Un buen ejemplo de este estilo lo ilustra la actual alcaldesa de Bogotá, Claudia López. Le han cambiado el contexto al menos dos veces desde que fue elegida y ha sabido cambiar su propuesta, sin dejar de respetar los objetivos que planteó para ser elegida: primero frente a las protestas de los jóvenes y luego ante la pandemia del coronavirus, que está enfrentando con una capacidad de ejecución y un conocimiento que generan confianza en medio de la incertidumbre.
La investigación
Comencé estudiando a mujeres en posiciones de dirección en el año 2002: qué les había permitido llegar a donde estaban, qué obstáculos habían encontrado, cómo entendían y ejercían el liderazgo y, en general, cómo había sido su vida y qué características destacaban como explicativas de su recorrido profesional, estas fueron algunas de las preguntas que planteé a las 23 mujeres entrevistadas que ocupaban posiciones de primero y segundo nivel en organizaciones del sector privado.
Encontré múltiples diferencias según su historia de vida y algo en común: ejercían un liderazgo participativo, les era fácil compartir el poder del cargo, eran incluyentes al tomar decisiones y ejecutarlas sin demora, se interesaban por el desarrollo de sus colaboradores y buscaban que trabajaran en equipo (Cárdenas, 2008). Esto lo confirmé al encuestar mujeres colombianas profesionales que trabajaban en distintos sectores (Cárdenas & Durana, 2009): ejercían un liderazgo participativo.
A renglón seguido amplié el espectro para incluir mujeres de 17 países latinoamericanos y con un equipo de colegas entrevistamos 162 mujeres de la alta dirección de empresas del sector privado (Cárdenas, Eagly et al, 2014). Los hallazgos siguieron por la misma línea, con una particularidad respecto a su percepción sobre su estilo de liderazgo. Por un lado, había sido una ventaja ejercer un liderazgo más transformacional y lo consideraban una de las características que les había permitido avanzar en la jerarquía organizacional. Y, por otro lado, en oportunidades, había sido una desventaja al compararlo con el liderazgo más transaccional ejercido por la mayoría de los hombres, ¡se creía que no tenían un verdadero liderazgo!
Esta capacidad que he encontrado en las mujeres de tener la humildad y la sencillez para aprender, de no sentir que se las saben todas, de estar abiertas a las contribuciones de sus colaboradores y de expertos externos, la he localizado menos veces así de clara en los hombres. Son unas trabajadoras incansables, siempre dispuestas a hacer el esfuerzo extra que garantice llegar a la meta propuesta.
Obviamente que, las mujeres líderes no son ángeles. A veces les cuesta delegar y pretenden hacerlo todo. Con lo que se desgastan hasta el cansancio y esto las hace vulnerables. Los hombres en general son más capaces de delegar y no se ven tan afectados por las fallas. Las mujeres -lo he visto en mis investigaciones y en mis interacciones con mujeres en posiciones de dirección- son tan perfeccionistas que a veces desfallecen ante las fallas de su equipo o las propias y les cuesta aceptar la crítica.
Cabe señalar que, las actitudes hacia su liderazgo con frecuencia siguen siendo la de estar pendiente para “encontrarles el pierde”, lo que genera en ellas una sensación de inseguridad o de inconformidad que las puede volver frágiles.
Lo importante a señalar es que ¡cada vez más las mujeres pueden ejercer su propia forma de hacer las cosas, en lugar de tenerse que ajustar a un patrón más masculino, que a veces les calza bien y a veces no.
María Consuelo Cárdenas de Santamaría
Profesora Titular, Facultad de Administración
Universidad de los Andes, Bogotá
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.com.gt
Con información de:
Bass, B.M. (1978). Leadership. New York: Harper Collins. Cárdenas, M. C. (2008). “En Colombia las mujeres hacen la tarea”, en Universidad de los Andes, Facultad de Administración. Mujeres y vida corporativa en Latinoamérica. Retos y Dilemas. Bogotá, Colombia: Universidad de los Andes, Facultad de Administración, pp. 103-156.
Cárdenas, M.C. & Durana, V. (2009). La particularidad de la ejecutiva colombiana, Revista Soluciones de Postgrado Escuela de Ingeniería de Antioquia, 4, Agosto.
Cárdenas, M. C.; Eagly, A.; Salgado E. et al (2014). Latin American Female Business Executives: An Interesting Surprise, Gender in Management, 29, 1, pp. 2-24.