Adquirir vivienda y un estilo de vida
Libertad, calidad e inversión a largo plazo son clave para los millennials
Algunas de las personas catalogadas como millennials (nacidas en las décadas de los años 80 y 90) asumen comportamientos y prácticas que están cambiando el desarrollo de los mercados. Para esta generación son más importantes los retos y el reconocimiento, que la comodidad, porque son más proactivos y no le temen a desarrollar sus proyectos.
Independiente de las distancias culturales y los condicionamientos del entorno guatemalteco, en general, los millennials son personas abiertas al mundo y están más conectados con él, por lo que sus comportamientos pueden ser similares en las distintas latitudes. Están más acostumbrados a la diversidad cultural, simplemente por su exposición a las telecomunicaciones y al entretenimiento. Poseen mayor conocimiento del idioma inglés, el que se ha universalizado para los negocios por medio de la tecnología. Quizá la característica más notable en este tema es que son menos conformistas y ven “más allá de poseer una casa en propiedad o formar una familia clásica”, ya que sus prioridades han cambiado y se ha vuelto la más importante el desarrollo de su carrera profesional.
En una encuesta realizada por Bankrate se indica que, el 63% de los millennials en Estados Unidos sufre el “remordimiento del comprador”; es decir que, se arrepienten de haber comprado una casa por los costes que implica el mantenimiento y otros gastos ocultos. Aunque los jóvenes estadounidenses están acostumbrados a adquirir créditos bajos, cuando adquieren el crédito para la compra de vivienda sienten que es un monto muy alto y los sueldos no pueden estirarse tanto, indica Sergio Nasarre, de la cátedra de la UNESCO de vivienda.
Latinoamérica es una de las regiones más urbanizadas del planeta, a juzgar por los datos ofrecidos por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 75% de los habitantes son citadinos, aunque la calidad de la vivienda no es la óptima y las ciudades se enfrentan a retos como el urbanismo, la movilidad, el espacio urbano y la falta de servicios, señalan los expertos Tatiana Gallegos y Felipe Vera, consultores entidad mencionada. La región, considerada de renta media, posee un nivel de urbanización similar al de economías avanzadas. La urbanización en el caso de Guatemala fue forzada por la migración del campo a la ciudad y también como consecuencia del terremoto de 1976.
El BID calcula además que, para el año 2050, el 90% de la población latinoamericana vivirá en ciudades y esto supondrá desafíos no solo en cuanto al financiamiento sino a los servicios públicos, el transporte, la infraestructura y la banda ancha, un problema nuevo que se suma al menú. Sumado a esto, debe considerarse que la región posee la mayor población juvenil de su historia, así se establece una oportunidad y un desafío, el de preparar a los jóvenes para “alcanzar sus propias aspiraciones y convertirlos en motores de progreso futuro”.
Según el BID, los jóvenes pueden ser los motores clave de ciudades “inteligentes y sostenibles”, y se espera que se involucren en acentuar la productividad y mejorar la calidad de vida. Para ello, se deben fomentar políticas de competencias y emprendimiento y considerar los desafíos para la sostenibilidad de las ciudades, por ejemplo, los relacionados con el cambio climático, el uso del suelo y los recursos limitados.
En el caso de Guatemala, por un lado, el gobierno no cuenta con políticas claras de vivienda popular que ayuden a reducir el déficit de unidades habitacionales, que asciende a 1.6 millones. Según datos de la Fundesa, para 2020, el 20% de la población en Guatemala entre los 25 y 40 años estará en búsqueda de una vivienda.
Juan Manuel Alejos, de Modus Vivendi, agrega que se debe tener en cuenta que “la generación de millennials cuenta con menos arraigo hacia el territorio y valoran más un sentido de pertenencia que un lugar donde vivir”. Esto ha los proyectos de vivienda se piensen no solo para solventar la necesidad de vivienda sino para que en ese espacio puedan desarrollarse integralmente; es decir, “que se genere un ecosistema compuesto por distintos elementos y que construya un estilo de vida”, de gran importancia para la persona millennial.
Según un estudio realizado en España por Fotocasa, el 43% de los millennials considera que alquilar es tirar el dinero, casi el 60% considera que adquirir una vivienda es una buena inversión a largo plazo y el 66% considera que
compensa más pagar una hipoteca que un alquiler. Estos datos robustecen lo indicado por Alejos y desmienten la idea de que los millennials no están interesados en comprar.
La idea de que los millennials no quieren comprar sino alquilar está extendida, pero según los estudios de Fotocasa esto no se cumple. Las personas comprendidas entre los 25 a los 34 años, según el estudio en mención, sí quieren comprar y manifiestan intención de compra.
Alejos añade que, el estilo de vida que las desarrolladoras construyen está condicionado por los factores externos. Es
por eso por lo que se busca que haya la mayor cantidad de servicios públicos disponibles, porque los millennials quieren más libertad para utilizar el transporte público o los servicios de taxi, por ejemplo, o quieren contar con la cercanía de farmacias, panaderías, supermercados, centros deportivos o, simplemente, poder caminar.
Habida cuenta, se están desarrollando proyectos en zonas como 4 Grados Norte, en donde se poseen comercios,
transporte público y facilidad de movilización. No se trata solamente de vender del apartamento con las amenidades “sino cuidar todo el estilo de vida que se genera alrededor del proyecto”, que es donde se puede trabajar e incentivar el interés por la compra. Alejos pone como ejemplo el proyecto “Centro Vivo”, desarrollado en el centro histórico de ciudad Guatemala, en el edificio que ocupaba el hotel Ritz.
El estilo de vida debe verse como una inversión que permite disfrutar de tiempo libre, los pasatiempos, la calidad de vida y que además posee como colofón ahorrarse el promedio de 3 horas de desplazamiento para las periferias de la ciudad, como uno más de los 500 mil vehículos. El costo de la movilidad, que podría ser por ejemplo-de Q2,500 mensuales, podría convertirse en un activo junto con el menor desgaste físico y mental, al adquirir un lugar para vivir y un estilo de vida más saludable, señala Alejos. El ejecutivo añade que, todos sus proyectos son accesibles con enganches mínimos y que trabajan con el Fondo de Hipotecas Aseguradas (FHA).
Los otrosjóvenes guatemaltecos nacidos en las mismas décadas, pero que han migrado sobre todo a Estados Unidos, pareciera que están más interesados en comprar vivienda, aunque en sus comunidades de origen. Alejos indica que, aunque han participado en las ferias chapinas en Estados Unidos, este mercado no ha sido su prioridad.
La construcción de vivienda pareciera estar en auge, aunque es todavía presa de dos problemas: los bajos salarios de la mayoría y una banca “demasiado conservadora”, indica Eduardo Tabush, en una entrevista para EFE. En 2017, la Ventanilla Única aprobó 33 licencias de vivienda vertical y en 2018 se aprobaron 55 licencias, de las cuales 28 estaban en la zona 15, lo que representa un incremento del 66%.
Roberto M. Samayoa O.
Colaborador
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.com.gt