¿Cómo trabajar y vivir más tranquilamente?
Bienestar holístico para su éxito profesional
“El tiempo no me alcanza”, “todo este trabajo me tiene enfermo ya”, “estoy harto”. Hoy en día, es común escuchar este tipo de frases. Pareciera que no importa con cuánta tecnología contemos o cuántos cursos hayamos recibido sobre gestión del tiempo, el estrés cotidiano y sus consecuencias negativas se hacen sentir en nosotros.
El estrés lineal: el verdadero enemigo
Sabemos hoy que, el estrés en sí no es el enemigo, lo es el estrés lineal. Es decir, el gasto de energía que no va seguido de un período de recuperación. Cuando una actividad que requiere gasto de energía va seguida de un período de recuperación, aún y cuando este sea corto, regresamos a la actividad con energía renovada, como lo sabe cualquier persona que deja un rato el trabajo para ir a tomarse un café y salirse del ritmo laboral para una corta pausa.
Los diversos tipos de energía
Hay cuatro tipos de energía que cuando están en balance, nos permiten tener un estado óptimo de desempeño: la energía física, la emocional, la mental y la espiritual (el sentido de propósito).
La energía física
Fui el coach de una ejecutiva exitosa, que apenas con un muffin y un café lograba sobrellevar sus mañanas, luego recibía a sus colaboradores para resolver consultas a la hora del almuerzo – mientras comía apresuradamente un sándwich- y, por la tarde, empezaba a colapsar. Se ponía de mal humor, perdía enfoque y capacidad de concentración y llegaba a su casa irritada.
Su esposo, exitoso también en su trabajo, hacía la “comparsa” y el matrimonio y los hijos -todos en la familia- sufrían las consecuencias de este ritmo frenético, de este estrés lineal sin pausas de recuperación.
Después de algunas sesiones y de tomar una decisión simple pero significativa (ir diariamente a un gimnasio cercano al trabajo, de 1:00 a 1:45 PM, en vez de atender colaboradores a esa hora; hacer ejercicio en casa los fines de semana, y comer varias veces al día, porciones pequeñas de comida más saludable), la ejecutiva sintió regresar su energía, y con ello su desempeño mejoró notoriamente y, sobre todo, aprendió a colocar límites sanos entre su trabajo y su bienestar personal.
Todos sabemos que hay aspectos que han sido tratados hasta la saciedad, pero que lamentablemente pocas veces se ejecutan y que tienen que ver con nuestra energía física- Estos cubren temas como la conveniencia de comer porciones pequeñas varias veces al día para incrementar nuestro metabolismo, lograr regularizar nuestro ciclo de sueño, mantener agua cercana, visible y disponible, para no deshidratarnos sin darnos cuenta, y hacer algunos minutos de ejercicio diario. Esto nos provee una capacidad física que nos da la resistencia para tener una mayor conciliación emocional interna y relaciones más saludables con los demás.
La energía emocional
Mucho se ha hablado de la inteligencia emocional, pero no tanto de cómo forjarla en el día a día.
Jorge -llamémosle así- era un Director perfeccionista y volátil que producía miedo en sus colaboradores. Cuando llegó conmigo, se presentó a la sesisón diciendo “no tengo tiempo para perder, déme algo rápido y que funcione”.
Poniéndome a tono con él le respondí: “Ok, consiga un cómplice que se frote la oreja cuando usted balancee el pie derecho velozmente (este era el preámbulo de Jorge antes de explotar) y en ese momento métase al baño que le quede más cerca, lávese la cara con agua fría, moje una toallita (que lleve desde su casa) y se la frota en el rostro, tome todo su pachón de agua, cuente hasta 50 y haga 10 respiraciones profundas”. Luego, salga del baño y continúe la reunión.
Le hice saber que lo que yo acababa de hacer no era coaching y que lo tuviera claro, y pareció quedar satisfecho con lo dicho.
Quince días después me comentó sorprendido que, ahora la gente le contaba muchas más cosas y que las reuniones empezaban a ser más participativas. En realidad, lo que había hecho era darle algunos tips prácticos para empezar a auto-regularse y cuando se dio cuenta que funcionaban estuvo dispuesto a involucrarse más en el proceso de coaching (el cual siguió con éxito y sin insistir en que, “no tengo tiempo”).
La realidad es que nuestro clima interior emocional es importantísimo para vivir tranquilos y afrontar situaciones difíciles en el trabajo. Y este clima interior se construye aprendiendo a frenar o expresar (asertivamente) nuestras emociones con tips como los del caso anterior. Aparte, por supuesto, ayuda mucho el aprender a escuchar atentamente al otro, persistir en entenderlo y darle respuestas positivas y edificantes a las propuestas que nos haga. Esto no se logra de inmediato, requiere voluntad y práctica.
Si además, evitamos caer en las trampas de aspectos negativos como los chismes, rumores, maledicencias y similares, tendremos una emocionalidad más sana y estaremos más conciliados con nosotros mismos. Es probable que, entonces nos sea más fácil construir una red de apoyo (amigos, familia, compañeros) más efectiva y genuina.
La energía física del inciso anterior es la que nos permite sustentar la resistencia necesaria para crear este clima interno conciliado. Cuando nuestras energía física y emocional están alineadas y en equilibrio será más fácil lograr el enfoque fuerte para la realización de las tareas (la energía mental).
La energía mental
Con frecuencia todos conocemos a personas dan la impresión de que no saben hacer otra cosa que trabajar. Philip (nombre inventado), el CEO de una fuerte multinacional, era el primero en llegar a la oficina y el último en irse, supervisaba varias de las filiales y en su obsesión por visitarlas todas, a ritmo frenético, empezó a perder enfoque. Más parecía una máquina de trabajo que hacía de su vida una olimpíada de desempeño, que la vida de un ser humano.
El desenfoque lo llevó a empezar a deprimirse y con sorpresa se dio cuenta de que estaba “desempeñando un rol frenético” en lugar de vivir una vida plena. Había perdido la pasión inicial por su trabajo y estaba harto de todo.
Cuando Philip se permitió trabajar, 3 veces por semana, desde una filial que le quedaba mucho más cerca de su casa, en vez de insistir irracionalmente en desplazarse a la central (distante de su casa), y al mismo tiempo tomar clases de golf (dos mañanas temprano), hacer pequeñas comidas sanas e iniciar un régimen de ejercicio para quemar estrés, empezó a relajarse, a recuperar su pasión por el trabajo y se volvió más eficiente -para su propia sorpresa- Philip guardaba en su mente la falsa idea de que, había que ser una especie de mártir corporativo para lograr un buen desempeño, aún a costa de desensibilizarse de sus emociones.
Cuando las energías física y emocional están alineadas es más fácil enfocarse y dirigir toda nuestra energía hacia el logro de nuestros objetivos.
Otra forma de estimular nuestra energía mental es la visualización. Este es el caso de Laura Wilkinson, clavadista australiana que se rompió las uñas de un pie faltando pocas semanas para la Olimpíada, y quien logró ganar -aun así- la medalla de oro en clavados desde la plataforma más alta, siguiendo la disciplina de subirse a la plataforma sin lanzarse, pero visualizando su clavado, una y otra vez, mientras su pie sanaba-.
Finalmente, la incorporación de pausas creativas en el trabajo (rutinas cortas que se meten entre las actividades cotidianas para cambiar el ritmo y nuestro clima interno emocional) ha demostrado ser una metodología fácil de aplicar y que da resultados sorprendentes.
La energía espiritual o sentido de propósito
Para poder mantener la disciplina que requieren las acciones indicadas en los párrafos anteriores, necesitamos una motivación que sea lo suficientemente fuerte y duradera para no abandonar la forja de los nuevos hábitos.
Un ejemplo de este tipo de motivación es el de las madres fumadoras, que durante el embarazo dejan de fumar porque su motivo superior al hábito de fumar es el bienestar del bebé.
Cada uno de nosotros debe encontrar su propio sentido de propósito, su pasión, aquello que lo saca de la cama a diario. Este sentido de propósito es crucial para mantenernos constantes en el “entrenamiento” que supone lograr el equilibrio de los distintos tipos de energía indicados anteriormente. Aparte de que es este el que da sentido a nuestra vida.
Es, por consiguiente, muy importante hacer el esfuerzo de encontrar el suyo si es que aún no lo ha hecho.
Concluyendo, si usted logra mantener en equilibrio las energías indicadas siguiendo los tips dados o los que usted tenga, encontrará que su vida puede ser más plena y tranquila. Me parece que esto vale la pena. Y usted, ¿cómo lo ve?
Ramiro Ponce
Autor, coach y facilitador internaciona
en temas de cambio y liderazgo
(Basado en ideas de “The Corporate Athlete”
de Jim Loehr y Tony Schwartz)