Gladys Ileana Ramos de Orellana, fundadora de Bhoga.
Los fabricantes de productos cosméticos y de higiene personal favorecen cada vez más la tendencia orgánica o natural, que se basa en plantaciones libres de sintéticos, tales como pesticidas, herbicidas y fertilizantes artificiales, con lo que contribuyen a la revolución verde. Los cultivos orgánicos son fertilizados con compost, polvos minerales y otras substancias de origen orgánico, que garantizan un futuro más ecológico y una consciencia más desarrollada para la sociedad.
Por otro lado, investigaciones serias han comprobado que, mediante diversos productos químicos sintéticos, el cuerpo humano queda expuesto a daños en la información genética, problemas en el sistema hormonal, cáncer, depresión del sistema inmunológico o padecimientos en el hígado o los riñones. Un ejemplo son los aditivos que sirven para flexibilizar plásticos y que también están presentes en spray para el cabello, esmaltes para uñas, perfumes y desodorantes. Algunos de ellos son disruptores hormonales, causan infertilidad, así como problemas de desarrollo en genitales y hasta cáncer.
La belleza orgánica
La cosmética natural y los productos orgánicos y de origen silvestre no contaminan el medio ambiente y no emplean colorantes, fragancias o conservadores sintéticos. Además, se preparan con ingredientes naturales y ecológicos. En Guatemala, la marca Bhoga, liderada por Gladys Ileana Ramos de Orellana, ha hecho un buen trabajo para proteger y nutrir la piel, al emprender una empresa que emplea la fuerza vital de las plantas.
La emprendedora es una apasionada de la naturaleza. “Desde niña iba con mis abuelos a la costa, allí descubrí mi gozo por el campo, la playa y los ambientes naturales”, cuenta a GERENCIA .
Así manifiesta que su primer interés tuvo más relación con el medio ambiente que con los negocios, pero que en la marcha vio la necesidad por los productos orgánicos y la creciente demanda en el país. De hecho, relata que su primera incursión formal con las plantas, hace seis años, nació en un taller de Ayurveda (“la ciencia de la vida”), en donde aprendió sobre la medicina tradicional autóctona de la India, que es una forma de medicina complementaria, para aumentar las defensas propias e inherentes del individuo.
La fundadora ha desarrollado una línea de productos cosméticos y de cuidado para la piel, cien por ciento naturales.
En el taller, la emprendedora profundizó en las dos formas de nutrir el cuerpo: por la boca, en donde ingresan los alimentos hasta ser aprovechados o desechados por el intestino, o por la piel, el órgano más grande en donde todo se absorbe.
Esos conocimientos la llevaron a buscar los primeros aceites y las fragancias para fabricar cosméticos de la línea natural, al comienzo para uso personal, ya que de Orellana dice que, “cuando ve un aceite hasta se le hace agua la boca”.
Así creó el primer producto de su colección, de 18 con que cuenta en la actualidad: el aceite de macadamia para el cutis. “Recuerdo que fue cerca de un Día de la Madre que preparé aceites para regalarle a mi familia cercana y a mis amigas, pero ellas comenzaron a pedirme”, dice la ahora experta en productos orgánicos.
Agrega que, esta demanda le dio confianza para ofrecer su producto en el spa de un conocido en Chimaltenango, quien de inmediato lo aprobó, pero solicitó que les colocara etiquetas, porque solo iban empacados con papel reciclable y yute.
Aunque nunca había pensado en esos formalismos, de Orellana solicitó la ayuda de su cuñada para comenzar a trabajar el empaque, la marca y la etiqueta, y al mismo tiempo continuó probando distintas fórmulas para diversificarse, así elaboró un primer kit facial de cinco productos, y luego 13 más para cubrir rostro y cuerpo en sus distintos tipos, de seco a graso.
Eligió el nombre Bhoga, que en sánscrito significa alegría y disfrute en todas sus formas, porque considera que eso es precisamente lo que debe hacerse con la naturaleza. A estos elementos agregó su vasta tenacidad y perseverancia que han sido clave para superar los obstáculos.
La recomendación de la ahora empresaria es creer en uno mismo para que los sueños sean posibles. “Tenemos que emprender, pero luego hay que tocar puertas. Encerradas en cuatro paredes no vamos a avanzar. Yo creía en mi producto y era de lo que le hablaba a la gente, porque ya lo usaba mi familia hasta mi nieta. Entonces, primero creyeron en mí, y luego, al usarlo, creyeron en el producto. Y esa confianza es la seguridad y la certeza que uno se tiene”, advierte.
Para reforzar su marca, de Orellana se inscribió en el programa Promipyme, una iniciativa del Centro de Desarrollo Empresarial de la AGG y del Ministerio de Economía, que de primera instancia la condujo, en diciembre de 2013, a legalizar su negocio con planes de expansión internacional. Los productos que vende son cien por ciento naturales, libres de tóxicos y preservantes, por ello recomienda conservarlos de forma adecuada, ya que al no contener químicos, el mal manejo, como meter en ellos las manos mojadas, los deteriora.
Para el país y para el planeta es un gran beneficio que estas tendencias se esparzan, ya que los cosméticos orgánicos estimulan las funciones regenerativas propias de la piel, sin imponer procesos fisiológicos ajenos al cuerpo debido a la fusión de ingredientes puros extraídos de la naturaleza. Además, proporcionan un cuidado integral suave y eficaz que mantiene la belleza y la salud de la piel sin importar la edad. Y, por si fuera poco, contribuyen a la preservación del medio ambiente.
Ileana López
Directora
Revista GERENCIA
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