Desde 2009, el Centro de Emprendimiento Kirzner de la Universidad Francisco Marroquín mide anualmente la actividad emprendedora en Guatemala. Hasta el momento ha realizado más de 25 mil encuestas a personas entre 18 y 64 años en todos los departamentos del país, prestando mayor atención a las características de aquellas que generan ingresos al emprender un negocio.
Este es un estudio que también realizan otros países, que junto a Guatemala forman parte del Monitor Global de Emprendimiento (GEM por sus siglas en inglés). Al comparar las mediciones obtenidas es posible destacar tres características acerca del emprendimiento en el país:
- Es valorado positivamente por el 94% de las personas como una manera adecuada para ganarse la vida (durante siete años consecutivos ha sido el país con la mayor valoración).
- Es la manera en que el 29% de la población adulta (alrededor de dos millones de guatemaltecos) genera ingresos. De 43 países estudiados en 2020, Guatemala ocupó la tercera posición, como uno de los países con una mayor proporción de población que genera ingresos a través de un emprendimiento.
- Más de la mitad fueron iniciados con una inversión inferior a cinco mil Quetzales, generan empleo únicamente para sus dueños y se dedican a actividades de consumo (elaboración de alimentos, compra venta de ropa, accesorios y artículos de primera necesidad).
Las características anteriormente mencionadas han estado presentes en los emprendedores desde la primera medición realizada hace doce años. Esta situación merece una reflexión acerca de las motivaciones detrás de la elección de emprender para generar ingresos y de las principales restricciones que les impiden a los negocios aumentar su escala.
En cuanto a las motivaciones para emprender, en el caso de Guatemala son evidentes las limitadas oportunidades que existen en el mercado laboral formal. Antes de la llegada del Covid-19 se estimaba que cada año se creaban en promedio 25 mil plazas de empleo, mientras que a nivel de diversificado se graduaban en promedio más de 140 mil jóvenes.
En cuanto a las restricciones para que los negocios existentes incrementen su escala, quizá la principal se encuentra en el hecho de que la mayoría de los emprendimientos opera de manera informal (58.5% en 2020). Situación que restringe el tipo de mercados al que pueden tener acceso y les imposibilita generar el historial suficiente para que el negocio tenga opciones de encontrar financiamiento formal. La normativa laboral, tributaria y comercial del país sigue representando costos inmediatos para las actividades económicas que se formalizan y no termina de generar los beneficios con la misma rapidez.
La pandemia del Covid-19 lamentablemente sigue causando fallecimientos y generando cambios significativos en las actividades diarias de la población. En 2020, el gobierno se vio en la necesidad de articular estrategias para contener el virus y aliviar el impacto económico negativo que provocaba sobre la economía. Se impusieron restricciones de movilidad y se prohibió la realización de actividades económicas no esenciales que conllevaran a la aglomeración de personas.
Empresas de turismo, centros comerciales, restaurantes y actividades de entretenimiento se han visto severamente afectadas. Empresas que brindan servicios de salud, que realizan entrega de pedidos y que se especializan en la comercialización en línea son las que más dinamismo han experimentado.
En el sector privado se destruyeron casi 40 mil plazas de empleo formal. El estudio del GEM encontró que en Guatemala durante la pandemia se crearon 402 mil nuevos negocios y se cerraron 425 mil.
Sin duda, la llegada del virus se convirtió en una nueva prueba a la capacidad emprendedora de los guatemaltecos, algunos tuvieron que reinventarse para operar cumpliendo los protocolos de bioseguridad establecidos y sobreponerse a cambios en los patrones de consumo de sus clientes y otras tuvieron que cerrar para ver la forma de reenfocar sus esfuerzos para crear nuevos negocios.
David Casasola
Director de Investigación
jdcasasola@ufm.edu