Gerente del Año 2013, Carmelo Torrebiarte

“El trabajo te enseña la satisfacción y dignificación de sentirte útil”


La Asociación de Gerentes de Guatemala le otorgó el premio Gerente del Año 2013 a Carmelo Torrebiarte, de Calzado Cobán.

Nació en Antigua Guatemala, pero creció en Cobán, el municipio y la cabecera de Alta Verapaz. Departamento ubicado a 212 kilómetros de la ciudad en donde Carmelo Torrebiarte conoció en su niñez, entre muchas actividades, el oficio de zapatero. Al culminar la universidad puso en práctica sus ideas creativas, su capacidad para tomar decisiones y su empeño para formarse como empresario, con lo que desarrolló una marca que ha calzado a miles de guatemaltecos y extranjeros.

Don Carmelo es el corazón de Calzado Cobán, marca querida, respetada y defendida por él, sus hermanos, sus 5 hijos, sus sobrinos y colaboradores, que han hecho del oficio del zapatero una oportunidad para Guatemala.

En una entrevista concedida a GEREN CIA , don Carmelo, entre los zapatos que colecciona en su oficina, que incluyen al clásico zapatófono aparecido en la serie del Superagente 86 de los años 60, cuenta la historia, los altibajos y los momentos únicos que transformaron su ser y que han formado parte de su trayectoria empresarial. Así también comparte su gusto por la lectura y la satisfacción de contar con casi 50 años de poseer una licencia para volar, lo que practica como un hobby.

¿Cómo transcurre su niñez y qué puede contarnos de su familia?

La familia y la niñez están atadas, y uno de viejo lo aprecia porque es lo que le ha dado el valor de llegar a donde está. Yo crecí en Cobán. La pobla ción terminaba donde comenzaba una pequeña finca de mi padre, en la que se compraba café a pequeños productores para procesarlo y venderlo a las casas exportadoras. Después nos trasladamos a la capital, aunque por crecer y desarrollarme en Cobán me siento cobanero y mis hermanos también. Aún guardamos relación con ese lugar, por la industria y por aspectos agrícolas. Siempre buscamos la oportunidad de mantener vínculos con esa región.

Calzado Cobán fabrica zapatos, botas de hule, así como productos para la industria como bandas de rodamiento.

Nuestra relación familiar es fraternal. Para mis hermanos y para mí ha sido la base principal de lo que hemos logrado. Gracias a esa unión familiar, al apoyarnos unos con otros y al no haber uno mejor que otro -cada quien en su campo-, hemos hecho las cosas bien, con pasión, con integridad… con el mejor esfuerzo.

Cuénteme sobre sus estudios

Aprendí más en mi casa que en la escuela, aunque en la escuela se aprende a convivir con la sociedad. La primera experiencia escolar para mi hermano Juan Miguel y para mí fue en la Escuela Victor Chavarría, cuando para borrar bastaba con pasar la mano sobre el pizarrón. Luego mi padre y otros padres de familia fundaron un colegio, allí estudiamos hasta sexto grado.

En esa época surgió un colegio alemán que lastimosamente desapareció, pero que permeó esa disciplina. Fue una extraordinaria influencia. Luego me gradué de Bachiller en 1957. Estudié con la comunidad de hermanos maristas en el Colegio de Infantes, que ellos manejaban hasta que concluyeron el contrato de administración de 25 años. Entonces, la comunidad marista fundó el Liceo Guatemala, por ello me cupo el honor de formar parte de su primera promoción.

Inmediatamente, decidí estudiar Química en la escuela adscrita a Farmacia, Química Biológica e Ingeniería, en San Sebastián. La escuela era chica, pero allí conocí a los mejores profesionales de Guatemala en esta materia. Tuve catedráticos de primer nivel. En el tercer año todos trabajábamos y poníamos en práctica lo aprendido. Eso nos hizo una generación de profesionales con gran experiencia. Posteriormente, me gradué de Ingeniero Químico en la Universidad de San Carlos de Guatemala, con el propósito de dedicarme al cultivo de la piel y manufactura del zapato.

¿Cómo surge Calzado Cobán?

Esta industria tiene una historia muy rica. La funda Alfonso Harrings en 1914. De origen alemán, quien llega a Guatemala porque había escasez de botas, entonces lo traen como técnico curtidor y técnico zapatero. Lo envían a una tenería que estaba a orillas del río, en San Pedro Carchá. Esta se inunda allá por el año 1910 y es cuando decide independizarse.

El nuevo sitio para la tenería es San Cristóbal Verapaz, la que nace en enero de 1914. Una industria que está a 4 meses de cumplir 100 años.

Mientras Calzado Cobán surge, ¿qué hacía su padre?

Mi padre, Miguel Torrebiarte, comenzó a hacer negocios al finalizar los años 40. Con mucho deseo de innovación se da cuenta que en La Verapaz crece maguey, henequén y otras plantaciones. Y con ello comienza a fabricar artesanalmente costales. En 1948 decide industriali zar el henequén, de esa cuenta se va a Yucatán a traer técnicos y equipo. Así surgió la fábrica de Sacos Magdalena en la casa en donde vivíamos.

La producción de Calzado Cobán es de un millón de pares de zapatos al año.

Yo dormía en el segundo piso, pero debajo de mi cuarto tronaba la afiladora todas las noches. Trabajaban las 24 horas, escuchaba el cambio de turno. El ruido de las máquinas y el golpeteo de los telares siempre estuvieron alrededor de nosotros. Luego venimos a la capital por salud de mi madre y otras razones, y coincidió con la fecha en que mi papá adquiere Calzado Cobán.

Mi padre no sabía de zapatos. Pero viajó a México y trajo a técnicos e invirtió en equipo para modernizar la planta. El hecho es que la familia siempre estuvo alrededor de lo que él producía. Por eso, en vacaciones, según las aptitudes de cada uno escogíamos un área diferente para trabajar y así fue también para estudiar.

¿Cuál fue su primer puesto en Calzado Cobán?

En las vacaciones, en la bodega. Despachaba y empacaba zapatos. En las ventas de la Navidad, cuando tenía 15 y 17 años, los envolvía en papel de regalo. Mis hermanos igual, todos trabajábamos.

El trabajo te enseña muchas cosas buenas, entre ellas la satisfacción y dignificación de saberte útil. Además, algo por lo que te remuneran te da seguridad en ti mismo… te da certeza. Así que, tanto mis hermanos como yo empacábamos zapatos. Posteriormente, ya en Guatemala, nos dieron más responsabilidad. Entonces entregábamos a los clientes en los vehículos de reparto, eso fue cuando ya teníamos licencia de conducir. Eso me permitió conocer a otros competidores y a otras tiendas de calzado.

En esos días funcionaba el ferrocarril, y la manera más práctica, sencilla y segura de enviar la mercancía a Chiquimula, Puerto Barrios, Ayutla que ahora se llama Tecún Umán y Cocales, Escuintla, era esa. Allí en la 10 avenida de la zona 1 había una espacio grande en donde se descargaba la mercancía, la recibían y en menos de 24 horas uno sabía si la estaba en la siguiente estación del tren. Era muy seguro. En realidad ese fue mi primer trabajo.

¿Cómo llegaron los puestos ejecutivos?

Ya en ascenso, en crecimiento, se toman más responsabilidades. Mi padre había montado una pequeña fábrica de calzado y aprendí a hacer zapatos con los modelistas. Cuando concluí mi carrera en la universidad, en el año 64, me fui a San Cristóbal Verapaz a la fábrica de calzado y la tenería para trabajar directamente y para seguir aprendiendo a hacer zapatos. Más que todo en la industria de la curtiembre.

¿Recuerda alguna anécdota de esa época?

En la industria de la curtiembre llegan pieles de todos lados de la república, unas bien conservadas y otras no. Entonces el olor es desagradable. No era lavanda ni rosas, pero uno aprende a agarrarlas como algo común y corriente. Eso sí, para subir a almorzar a la casa me cambiaba de ropa, porque se impregna.

Pero, ¿cuándo se hace cargo del negocio?

Por un aspecto trágico. El 31 de diciembre de 1965 asesinaron a mi padre camino a Cobán. Dios bendito, tanto su servidor como mis hermanos que habíamos trabajado a tiempo completo en diferentes áreas y por bastante tiempo en la empresa, asumimos la responsabilidad. Mi hermano Juan Miguel optó por el área de economía, antes estaba involucrado en la administración y las finanzas. Enrique se ocupó de los temas agrícolas y mi hermano Carlos también estaba involucrado. Llegamos de súbito a suplir la dirección que habíamos perdido, sin saber qué hacer. Fue trágico, muy trágico, muy duro y difícil, éramos jóvenes que sin remedio pusimos pecho para delante.

Qué fue lo más difícil en ese tiempo?

Lo inseguro que estaba y que la gente confiara en mí, éramos poco conocidos y eso no ayuda a ganar rápidamente la confianza de los proveedores, compradores, bancos, etc.

¿Cuáles fueron los elementos clave para ganar confianza?

Viéndolo desde la perspectiva de hoy, ser dignos de la herencia de nuestro padre, de una integridad y capacidad de trabajo extraordinarias. Pero también la familia, la integración, ya que nunca tuvimos duda de seguir juntos, era la voluntad de aquel legado que nuestro padre dejó.

¿Sus hermanos siguen en la empresa?

Seguimos integrados como empresa familiar. Aunque en este momento es diferente, porque el reto para las familias como la nuestra es identificar cuando tenemos que dar un paso de costado o un paso hacia atrás para preparar a la próxima generación. Las estadísticas demuestran que muchas empresas familiares no sobreviven la tercera generación, entonces ese es el reto, darles la responsabilidad y la dirección de la empresa.

¿En qué momento llega su familia?

Mi familia llegó antes que mi papá falleciera. Estaba a media carrera cuando me casé con Gladys Dianne Benford Mendoza. Tenemos 4 hermosas hijas y 1 varón.

¿Están involucrados en el negocio?

Espero con esto darles un mensaje a otros capitanes de empresas familiares. Uno de los aprendizajes más importantes que obtuvimos de asesorías fue que las empresas no son para darles empleo a los hijos. Ellos pueden ser accionistas, pero no funcionales. Cada puesto de trabajo se lo deben ganar a pulso y no por ser de la familia.

La compañía se desarrolló en San Cristóbal Verapaz, en provincia, y ese es uno de sus logros más importantes.

Es importante que se capaciten para que sean buenos accionistas o directores; pero, repito, no necesariamente funcionales. Entre los sobrinos desde hace unos 5 o 7 años aplicamos esta filosofía y todos, a excepción de mi hijo, son directores y no funcionales. Yo ya di el paso de costado, ya no veo la parte operativa de la empresa. Me considero un asesor, un accionista, y puedo reclamar o sugerir, pero cero operativo.

¿Cuál considera su mayor logro en Calzado Cobán?

Crear un producto y una industria muy competitiva. Hacer un producto de calidad con un nombre reconocido en la región. No somos el segundo de ninguno desde Río Bravo hasta Panamá. Desde 1963 exportamos a Estados Unidos. En los 80 comenzamos a exportar a Japón y desde hace 5 años a Europa. Contamos con un producto de primer orden que creció en provincia. Como ejemplo, el teléfono llegó a San Cristóbal Verapaz con el expresidente Serrano Elías, entre 1992 y 1993, y solo llegaron 5 teléfonos a ese municipio. La carretera a Cobán estuvo pavimentada hasta el gobierno de Lucas García, la empezó el expresidente Arana. Eso quiere decir que tardábamos 10 horas en llegar a Cobán. La energía eléctrica debíamos proporcionarla nosotros mismos, y esto nos restó competitividad. Es más caro producir así, y este es un problema del gobierno, del país, de la sociedad. Por el amor a Cobán mis hermanos y yo seguíamos echando punta, pero de verdad es ir cuesta arriba, teníamos retraso hasta en conseguir gente calificada, técnicos, etc.

¿Cómo resume esta experiencia?

Como un logro. Haber desarrollado un producto que desde el año 73 se vende fuera del mercado nacional. Haber crecido unas seis veces más de cuando tomamos el negocio, hoy producimos alrededor de un millón de pares de zapato al año. También que exista entre hermanos una amalgama que aglutina los valores que practicamos y que nos mantienen juntos. Esperamos que esto permee a la tercera generación del negocio, quienes deben cuidar y mantener estos valores que son el propósito de la que ha sido una empresa exitosa.

Rhino es una de las marcas de Calzado Cobán que exporta al extranjero.

Para cerrar, ¿qué puede decirme de su paso por las gremiales?

El gerente tiene que tener una vocación de servicio, pensar en el prójimo. Nos debemos ocupar de nuestro país sin hacer cosas heroicas, basta con atender a tu hijo, respetar al personal de servicio de la casa. Pero también podemos hacer algo más afuera de la empresa, porque hay vida fuera de esas paredes. Mi paso por la Asociación de Gerentes de Guatemala como presidente fue enriquecedor, conocí a Diego Pulido, a Richard Aitkenhead, a Jaime Cáceres, a Fito Paiz, gente que daban de sí mismo y nos sentíamos útiles. Luego, en la Gremial de Exportadores, cuando nuestros productos de exportación los venían a comprar; es decir, no salíamos a vender. Ayudamos a que el país fuera más competitivo, salimos a vender y a promocionar nuestros productos. Fundesa llegó en medio del conflicto armado de los años ochenta.

En resumen, todas fueron oportunidades para ocuparse del prójimo.

Ileana López
Directora
Revista GERENCIA
gileana@agg.org.gt

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