Gestación de la inteligencia

Maritza de Oliva, oficial de nutrición del Programa Mundial de Alimentos (PMA)

Carolina Siu, Directora del Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (INCAP).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En América Latina y el Caribe, Guatemala cuenta con las más altas prevalencias en desnutrición. El déficit alcanza a I de cada 4 niños menores de 5 años. La fase más significativa se da en los primeros 24 meses de vida. La oficial de nutrición del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Maritza de Oliva, reconoce los esfuerzos gubernamentales, pero también destaca que estos problemas derivan de la historia.Del apoyo que el Estado brinde a los niños durante los primeros mil días de vida, depende una gran mejora para el país. Estudios y expertos coinciden en que la buena alimentación de los infantes garantiza mayor productividad en la vida adulta, un 46% más por hora laboral, lo que ahorraría cifras millonarias.

Los Desbalances en la alimentación se dan por diferentes causas, entre ellas, la falta de acceso a los alimentos, la posesión de un trabajo para adquirirlos y la falta de un lugar para cultivarlos. Por otro lado, quienes los poseen no siempre saben elegir y combinar una dieta balanceada. Se ha comprobado que los campesinos que cultivan vegetales no los consumen. Así lo explica la directora del Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (INCAP), Carolina Siu.

La buena alimentación en la niñez está estrechamente relacionada con el éxito escolar y la productividad.

El problema es que la deficiencia en micronutrientes desencadena múltiples problemas. «Si un niño no se alimenta bien, queda con retardo de talla y de desarrollo cerebral», advierte la directiva del INCAP. Agrega que, según un estudio realizado hace 40 años en la región oriente del país, «por cada dólar invertido en nutrición se logra un rendimiento de 30 dólares en productividad». En esa región, se alcanzó un promedio de escolaridad de 5 años, a partir de proveer Incaparina y leche a los niños.

En los hombres una alimentación balanceada mejora el rendimiento escolar hasta 1.8 años más y en la smujeres hasta 1 año más. Por ello se puede afirmar que una buena nutrición a temprana edad aumenta el capital humano. «Creemos que las inversiones sociales en este rubro optimizan el desarrollo a nivel individual», dice Siu.

El cerebro crece en la niñez, por eso la etapa es la clave. «Lo que no se ganó en ese período es irreversible», enfatiza la profesional de INCAP. Por ello cualquier esfuerzo en educación no rinde frutos si los niños que la reciben no contaron con una nutrición adecuada. «Si no protegemos su crecimiento desarrollo e intelecto, en la escuela tendrán limitantes. Entre ellas, dificultad para concentrarse y aprender, lo que conlleva a la repitencia», dice Oliva.

Empresas privadas y entidades internacionales han unido esfuerzos para desarrollar programas en contra del hambre y para educar a las familias sobre la seguridad alimentaria.

En 2004, la repitencia se dio en 83 mil educandos y eso le costó al gobierno 16.5 millones de dólares, un 2..45% del gasto social en educación y un 0.06% del PIB, indica un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

En nuestro país, la gente que cultiva los alimentos no es necesariamente quien los consume.

 

 

Esfuerzos en conjunto

Asociaciones como la Agexport y la Asociación Internacional de Desarrollo (AID) se han unido a los programas de ayuda en contra del hambre. Por ejemplo, en la región occidente desarrollaron Cadenas de Valor, para educar a las familias sobre seguridad alimentaria. Consiste en preparar a las madres y a los niños para que descubran el valor que poseen los alimentos, muchos de ellos que obtienen a bajo costo. Existe un seguimiento para evaluar el aprendizaje, explica Siu.

En este sentido, el PMA ayuda a las poblaciones. Por un lado, les dan trabajo a los campesinos a cambio de alimentos y les enseñan a mejorar la cantidad y la calidad de su cosecha, lo que beneficia a la economía del hogar. Les compran esos granos para las canastas familiares y otra parte es consumida por la industria que fabrica el Vitacereal, fortificado con vitaminas, que proveen a niños de entre 6 y 24 meses y mujeres embarazadas.

Los gobiernos incluyen la temática dentro de sus programas, pero, a decir de las entrevistadas, hace falta seguimiento. «En cada cambio de administración cambian los proyectos», coinciden ambas, quienes agregan que el Plan del Pacto Hambre Cero está bien diseñado, porque toma en cuenta la desnutrición y sus causas multisectoriales, además no se centra solo en la salud sino confieren a cada sector la parte que les compete.

Dice Oliva que ha habido más interés de cooperar, porque han visto esfuerzos para reestructurar el presupuesto de manera que las asignaciones responden a las actividades del plan.

Para Guatemala es urgente atar salud, educación y nutrición, romper el círculo y que así lo comprendan las nuevas generaciones. «A modo de ejemplo, si se implementan las intervenciones necesarias para lograr la meta establecida en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (reducir la desnutrición global de 1990 a la mitad para 2015), los ahorros estimados para Guatemala sumarían 525 millones de dólares, valor que se triplicaría si se lograra erradicar el problema», reza el análisis del PMA y la CEPAL.

De allí que, la CEPAL, LA Organización Panamericana de la Salud y la Secretaria de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SESAN) elaboran un estudio del costo para erradicar la desnutrición, resultados que conoceremos en el primer trimestre de 2014.

Victoria Alvarado Eguizábal
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.org.gt

También podría gustarte