La “verdad verdadera” de la agenda parlamentaria

Los intereses del país debieran ser el norte

Nineth Montenegro, diputada
de Encuentro por Guatemala.

La satisfacción de los guatemaltecos con el desempeño de las instituciones democráticas ha sido baja en años anteriores, según se deduce en los informes del Latinbarómetro (latinobarometro.org) y otras mediciones nacionales. El Congreso de la República es una de las instituciones a las que más se cuestiona por sus acciones o por la falta de éstas.

En el informe 2011, el 51% de los guatemaltecos encuestados dijo no estar de acuerdo con la frase “sin congreso nacional, no puede haber democracia”. De igual manera, el 46% de los entrevistados tampoco estuvo de acuerdo con el enunciado “sin partidos políticos, no puede haber democracia”. Los porcentajes de renuencia están dentro de los más altos en Latinoamérica.

En ambos casos, las respuestas ubican a Guatemala como uno de los países en los que hay menos apoyo al congreso y a los partidos políticos. Sin embargo, a juzgar por el desempeño del congreso en el último año, pareciera que esta situación no preocupa ni a los congresistas ni a los partidos políticos. A la ciudadanía en general, la ejecución de una agenda parlamentaria tampoco le quita el sueño, probablemente porque no se dimensiona la importancia de la función legislativa.

Ante los indicadores mencionados se podría esperar, por parte del Congreso, un cambio no solo en su imagen sino en su accionar. Pero, el “darse cuenta” es una actitud organizacional que pasa por el reconocimiento de su propia historia.

La diputada Nineth Montenegro, de Encuentro por Guatemala, señala que la historia del país posee un peso enorme sobre la identidad actual del congreso, caracterizado por la falta de identidad política, el entrampamiento, el circo mediático, las negociaciones bajo la mesa, el clientelismo, la corrupción y la opacidad.

Para la diputada, estas características y la crisis de los partidos políticos y del congreso son el resultado de una estrategia que comenzó a implementarse en 1966, cuando se proscribió por mandato constitucional la existencia de partidos políticos “demócratas, social demócratas y social cristianos”.

La parlamentaria afirma que, durante 30 años fue imposible participar en partidos que tuvieran identidad, propuesta y programas, ya que éstos se estructuraban como “caja de resonancia de sectores externos y ajenos a la política”. Quienes pretendieron salirse de este esquema fueron abatidos o se exiliaron, por lo tanto, lo que quedaba era formar “entes complacientes que se sujetaban a lo que se requería”. Los responsables de que los partidos políticos no posean identidad, ideario, ni propuestas, son los sectores de poder, que durante treinta años intervinieron a los partidos políticos convirtiéndolos en maquinarias electorales que funcionaran a su medida.

Esta es “la verdad verdadera”, afirma Montenegro. Posteriormente, se entra en otro modelo en el que se propugna la reducción del Estado y se inaugura la etapa de las campañas millonarias. En ambos momentos se fortalece el voto clientelar. “Ante la pobreza y la falta de oportunidades, la gente se acostumbró a no ejercer su ciudadanía sino a estirar la mano a cambio de dar su voto”.

La falta de discusión política, de consensos y de acordar una agenda mínima en el congreso se relaciona con este clientelismo. Al congreso ya no vienen políticos que conozcan la trama del Estado y la realidad nacional, sino comerciantes que quieren recuperar su inversión en la campaña, añade. Esto es lo que dificulta el consenso para una agenda mínima. “Hay prioridades de nación y ese debe ser el criterio para formularla”, señala. Sin embargo, de este criterio, muy poco.

Agenda de las prioridades de nación

Jorge Eskenasy,
de Guatemala Visible

Jorge Eskenasy, de Guatemala Visible, coincide con Montenegro al señalar que es importante formular una agenda pensada en las prioridades de nación, lo que requiere de diálogo y discusión política que lleven a resolver la problemática nacional. El directivo y la funcionaria evitan mencionar en primera instancia leyes concretas y abogan por la necesidad del fortalecimiento del congreso.

Para Guatemala Visible es prioritaria la operatividad del congreso, llegar a acuerdos mínimos de agenda que reflejen los intereses nacionales y no solo los políticos partidarios. Eskenasy señala que, a pesar de ser el congreso la institución política por excelencia del país, este no está ejerciendo el rol con madurez.

Las críticas más frecuentes contra el congreso se refi eren al entrampamiento de las sesiones en el pleno, las que se han dedicado casi exclusivamente a las interpelaciones, y esto se interpreta como un abuso del derecho a la fiscalización. Sin embargo, Eskenasy reconoce que algunas comisiones han realizado su trabajo y están a la espera de que sus dictámenes sean conocidos en el pleno. “El trabajo de las comisiones desde este punto de vista, es rescatable”, afirma.

La interpelación al ministro de cultura ha enviado el mensaje de que no interesa que el congreso camine, señala Eskenasy. Esto empieza a generar otro tipo de vicios dentro del congreso, que motiva a que el Ejecutivo intervenga. “Es una cadena de males, de ineficiencia y de pérdida de tiempo que no deja que se atiendan las necesidades de los guatemaltecos”, infiere. El riesgo de seguir con un ejercicio parlamentario que atienda lo coyuntural, porque puede causar crisis, es que se priorizan temas que aunque son importantes se convierten en urgentes, con lo que se pierde la visión estratégica que debiera tener este organismo del Estado.

Montenegro espera que a raíz de la resolución de la Corte de Constitucionalidad en donde se dice que el derecho a fiscalizar no es superior al derecho a legislar, las sesiones en el pleno salgan del atolladero. Para la diputada Montenegro, las prioridades en la agenda del congreso tendrían que conocer las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, a la Ley Orgánica del Congreso, además el paquete de leyes de transparencia que incluye la Ley de Contrataciones, la Ley de la Contraloría General de Cuentas de la Nación y la Ley de Fideicomisos.

Eskenasy concuerda con la necesidad de las leyes de transparencia, “ya que se esperaba que se hubieran aprobado junto con la reforma fiscal” y con las otras mencionadas por Montenegro. El directivo añade que es importante no olvidar las leyes de competitividad y que se ratifiquen los tratados comerciales con diversos países, ya que estos generan desarrollo directo para los guatemaltecos.

Sin embargo, la presión para agilizar la agenda del pleno en el congreso viene ahora del Ejecutivo, quien busca la aprobación para la emisión de los bonos del tesoro, un tema riesgoso para la economía del país y que pone en jaque la transparencia y el diálogo político en el congreso. “Si no se reactiva la discusión política en el congreso se corre el riesgo de que las negociaciones se den en reuniones secretas o por instrucciones, respondiendo a intereses específi cos”, señala Eskenasy. Esta será una partida más jugada bajo las mismas condiciones políticas y que mínimamente variará a lo que viene en los pocos meses, la aprobación del presupuesto 2014 y elección de los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, por ejemplo.

Guatemala Visible apuesta por procesos por medio de “Congreso Visible”, que facilitan la formación y participación ciudadana y la homologación de observatorios ciudadanos para que haya más representatividad en el congreso y para que se conozcan las herramientas de fiscalización. Los procesos son largos, pero los resultados pueden ser mejores.

Mientras tanto y en lo que se reactivan las sesiones, diversos sectores piensan cómo introducir sus temas a la agenda legislativa como prioritarios. Es el caso de quienes buscan que el proyecto del corredor interoceánico sea declarado de interés nacional, aunque no posea participación ni beneficios directos para el Estado y que está siendo cuestionado por una veintena de organizaciones sociales. El desentrampamiento de las sesiones del congreso y lo que sucede en ellas, es el reflejo no solo de la clase política sino también de aquello en lo que se ha convertido la sociedad guatemalteca.

Roberto M. Samayoa O.
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.org.gt

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