Retos y realidades de la educación superior en Guatemala

La educación es un indicador que, a todas luces, dice mucho de un país. Pero más que decir, marca la pauta para su desarrollo

La educación es un bastión para el desarrollo. Eso lo dicen y reconocen todos. Estadísticas como la del expresidente estadounidense John F. Kennedy, quien decía que «la educación es la clave del futuro. La clave del destino del hombre y de su posibilidad de actuar en un mundo mejor». Genios como Albert Einstein: «Educación es lo que queda después de olvidar lo que se ha aprendido en la escuela». Filósofos como Confucio:  «Donde hay educación no hay distinción de clases». Políticos como el colombiano Diego Luis Córdoba: «Por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad». Científicos como Benjamín Franklin: «Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo».

Todos sabemos que la educación garantiza mejores oportunidades. Lo reconoce en su informe mundial el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Nos lo dicen lo grandes pensadores, sea cual sea su ideología. Nos lo repiten los políticos en sus discursos. Pero, aunque todos lo sabemos, en Guatemala eso no parece ser suficiente y por eso estamos como estamos.

Hemos avanzado, eso no se puede negar. Hacerlo sería ingrato. El problema es que no hemos avanzado lo necesario y lo poco que se ha hecho solamente ha sido en términos cuantitativos, más no cualitativos.

Hemos logrado incrementar la cobertura de la educación primari a casi el 100 por ciento de los niños en edad escolar. Pero qué de la educación básica, o de la diversificada. Menos aún lo hemos hecho en la universitaria, la llamada enseñanza superior.

En el nivel universitario apenas el 2 por ciento de la población logra tener acceso, es decir que hablamos de alrededor de 300 mil personas, si las proyecciones estadísticas poblacionales son correctas.

Pero no basta con llegar hasta la educación universitaria. Hay quienes consideran que para coadyuvar el desarrollo del país, la enseñanza superior debiera involucrarse más en la creación de carreras menos tradicionales  con el derecho y la economía, y quizá decantarse más por carreras que permitan explotar realmente los recursos naturales para que de verdad seamos integrales en nuestro crecimiento económico.

Por supuesto que los pensamientos son variados, como en todo. Pero lo cierto es que para saber si la educación superior aporta realmente elemento humano para el desarrollo de Guatemala, revista Gerencia intentó conversar con todos los rectores de las universidades que funcionan con autorización en el país. No todos respondieron al llamado, pero quienes lo hicieron dejaron clara su visión sobre el tema.

Educar para pensar

Marcel Reichenbach, rector de la Universidad InterNaciones, es uno de los críticos de la educación superior. Él es de quienes piensan que uno de los grandes problemas del país es que el sector académico ha estado un poco alejado de la realidad. «Se involucra poco en la realidad y por ello es que nos hemos tardado mucho tiempo en ir descubrimiento los campos innovadores de la educación», dice.

Marcel Reichenbach, rector de la universidad InterNaciones.

Reichenbach no duda en afirmar que la educación en Guatemala sigue siendo muy tradicional, dogmática, por ello considera que le falta un poco de innovación, como preparar profesores con habilidades superiores. «Somos tan poco educados que solemos decir emocionalmente. Por ello,  nuestra visión es que debemos arrancar con enseñar a los estudiantes a pensar», asegura.

Las percepciones de Reichenbach coinciden en algunos puntos con los Einstein, en cuanto a que las enseñanza debe ser el comienzo para el desarrollo del pensamiento crítico de las personas, pues sólo de esa forma puede un profesional actuar con conocimiento de causa en la transformación de la realidad.

Quizás por ello es que la Universidad InterNaciones se ha centrado en el desarrollo de sus carreras alrededor de las ciencias humanísticas, las ciencias exactas y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC´s). Las dos primeras porque son necesarias para el desenvolvimiento tradicional de una sociedad y las segundas porque son las que marcan la pauta del desarrollo moderno.

Muy parecido piensa Roberto Moreno, rector de la Universidad Del Valle de Guatemala. Y es que este académico no tiene la menor duda de que la educación es un factor crítico para el desarrollo de toda sociedad.

Por ello, dice, se debe hacer un esfuerzo colegiado con el sector productivo para determinar las área de importancia que deben trabajarse para preparar el personal humano que luego facilite explotar esos recursos que están allí, a la espera de que los usemos.

Guatemala, por ejemplo, comenta Moreno, es un país rico en recursos naturales. Contamos con un país con tierra de vocación eminentemente forestal, pero con muy pocos profesionales que se dediquen a explotar este sector. También tenemos amplias probabilidades para explotar el turismo en casi todas sus áreas, pero tampoco preparamos profesionales suficientes para ello.

Esto hace pensar al académico que debemos ser más estratégicos en la generación de empleo, pues está consciente de que el mejor incentivo para que las personas opten por la educación como su opción principal es el empleo.

Este pensamiento ha llevado a la Universidad Del Valle a desarrollarse, aunque su principal experiencia sea el campo de la educación, en áreas como la Ingeniería Industrial y Química, las ingenierías civil y en alimentos, ciencias de la computación, electrónica y, por supuesto, las TIC´s.

Intentar satisfacer las necesidades del mercado es algo que ha dado aire a la Universidad Galileo. Y su rector, Eduardo Suger Cofiño, su mejor promotor. El mundo globalizado nos ha puesto en una nueva dimensión. Nos ha enseñado que el café, el cardamomo, las hortalizas y las rosas, por ejemplo, son importantes para la economía. Pero hoy día también lo son la remesas familiares y eso ha hecho, sin que muchos lo sepan, que los bancos se hayan tenido que desarrollar en nuevas tecnologías de la información.

Así es como ve el nuevo mundo el rector Suger. El es de quienes creen que ante el crecimiento de la demanda técnica, la enseñanza superior debe y tiene que especializarse para satisfacer los requerimientos de la modernidad.

Por ello es que la Universidad Galileo se ha dado a la tarea de ir creando carreras técnicas, de grado y postgrado, que satisfagan esos requerimientos del mercado. Por ejemplo, profesionaliza a técnicos en Rayos X  o técnicos en optometría, además de fisioterapistas. Pero también hay áreas como la de técnicos en Mecánica Automotriz, con la que nutren de profesionales a los talleres de empresas como Cofiño Stahl.

Por supuesto que también se tienen áreas más tradicionales como Ingeniería en Construcción o Licenciaturas en Arte, pero se han dado a la tarea de facilitar carreras más técnicas como la previa a la Ingeniería en Construcción. «Aquí puede venir un albañil y obtener los conocimientos necesarios para ser un profesional en su campo y no un simple constructor sin título», dice satisfecho Suger.

Tienen otros técnicos como los de música, los de pintura y asuntos culturales. Y si de turismo se trata, ofrecen una carrera especializada en informática para el turismo y la hotelería. Muy orgulloso del desempeño de su universidad, Suger dice satisfecho que cuentan con alrededor de 264 programas que cubren áreas como salud, seguridad, diplomacia, música, arte, mecánica, educación física y Ciencias de la Comunicación, entre otras. «Trabajamos pensando en cambiar formas de pensar y trabajar», asegura Eduardo Suger.

De muy reciente funcionamiento y con su sede central en Huehuetenango, la Universidad Da Vinci ha abierto sus puertas para la enseñanza superior, segura de que la educación obligadamente debería estar vinculada al desarrollo. José Cyrano Ruíz, rector de este centro de estudios superiores, considera que la educación es integral y no podemos pensar en que el aporte al desarrollo solo lo da la universidad. «No podemos hablar de educación superior como algo aislado, pues la educación en cualquier país es un cuadro sistémico», asegura.

No obstante, el experimentado académico es enfático al decir que mejorar la educación es una tarea de todos y no sólo de un sector. «Debemos mejorar a través del diálogo, el acercamiento y la confluencia de necesidades, tanto de quienes educan como de quienes quieren educarse, pero también de aquellos que ofrecen espacios laborales para los que se profesionalizan», dice.

Pero como no lo hacemos de esa forma como nación, resulta que carecemos de la capacidad para manejar apropiadamente los recursos de que disponemos y es allí donde se manifiesta la pobreza, sostiene.

Por eso es que, según Reyes, en la universidad que dirige se ha pensado en ofrecer un producto para cada lugar donde se tienen una sede. En Asunción Mita, Jutiapa, por ejemplo, se cuenta con un programa para que los estudiantes desarrollen, según carrera, habilidades para su desempeño, pero con una especialización en explotar el tema lechero, característico de la región. En el departamento de El Progreso, la situación varía y se enfoca en el cemento, pues las condiciones son favorables para ello, además de que allí funciona la principal planta productora de esa materia.

Entonces, dice Reyes, la educación al final termina incumpliendo con satisfacer las necesidades reales, porque en general no se ofrecen las carreras que la sociedad demanda. El problema para las universidades privadas, dice, es que ofrecerlas resulta muy costoso y no se cuenta con los recursos para sostenerlas. Por ello es que el rector de la Rural opina que estas debiera ofrecerlas la universidad pública. «Sólo vamos a tener desarrollo sostenible cuando se forme la gente que el país necesite y por ello el Estado debiera incentivar esas carreras relacionadas con la explotación de nuestras riquezas». asegura.

 Reyes considera que Guatemala es un país rico en recursos, pero contrasta con que tenemos personas con escasos recursos, y ello sólo permite reproducir subdesarrollo.

En la Universidad del Istmo, en voz de vicerrector Marco Antonio garcía, se tiene la idea de que, para coadyuvar al desarrollo, las universidades deben investigar las necesidades del mercado laboral. Por ello sostiene que el reto es generar investigadores que nos aporten los insumos necesarios para determinar las necesidades de profesionales que el país demanda.

García dice que las universidades se están moviendo hacia el cambio y lo hace en la dirección correcta. Y precisamente pensando en los investigadores, la universidad se ha dado a la tarea de crear un programa que los profesionalice. «Necesitamos docentes de calidad y por ello los preparamos para enfrentar ese reto. Tenemos a 27 profesores, a tiempo completo, incluidos en este programa de profesionalización «, cuenta.

Nuestro origen está en la búsqueda de innovar en la educación. Así surgió el Instituto Femenino de Estudios Superiores (IFES) hoy día convertido en Universidad del Istmo. Y esa búsqueda los ha llevado a construir carreras como la de Diseño Industrial de Vestuario, una carrera tradicional de Derecho, pero con la intencionalidad de especializar jueces. «Formamos a los estudiantes que las empresas quieran contratar y no a los que la universidad quiera», remarca García.

Para Luis Figueroa, director de relaciones públicas de la Universidad Francisco Marroquín (UFM), la educación está en un momento de transición. En un período importante para su futuro.

Y en esa línea, la UFM se ha insertado en lo que denomina el New Media que se caracteriza por un sistema educativo menos tradicional y más proactivo basado en conferencias, foros talleres. Se ha insertado en un mecanismo virtual que se denomina AKMedia y mediante el cual el estudiante puede reforzar sus conocimientos adquiridos en clase, tanto como él quiera.

«Hoy día no nos meten información, nos enseñan a pensar», dice figueroa, notoriamente satisfecho de la labor que universidad desarrolla en el país. Cómo aportar al desarrollo del país, se pregunta, y se responde a sí mismo que innovando y tratando de descubrir lo que el país necesita, los profesionales que requiere.

Por supuesto que la UFM ha basado su educación, desde su origen, en el campo humanístico. Sus fundadores así lo previeron y así lo siguen haciendo sus sucesores.

En la Universidad Mesoamericana, cuyo rector es el sacerdote y doctor Félix Serrano, la línea es muy parecida, aunque con áreas de desarrollo diferentes. Cómo no iba a ser así, si es un proyecto que surgió precisamente como apéndice de la UFM.

 Serrano cree que quizá lo que falte es una mayor conexión de las universidades con el mundo empresarial, pues ellos saben con exactitud lo que el país requiere para desarrollarse. Por eso es que la Mesoamericana, dice intentar buscar esas alianzas y desarrollar carreras que aporten. Y lo hacen en varias áreas. Las ciencias de la Comunicación es un ejemplo.

Recién se ha abierto una carrera con especialización en productos audiovisual y cinematografía, pues es de los cmapos que en el mundo fortalecen la comunicación

Maestrías y alta gerencia

Muy de la mano con la filosofía que expone Serrano, la Asociación de Gerentes de Guatemala (AGG) se alió con la Universidad Mesoamericana y juntas han dado lugar a tres programas de maestría de alta calidad. Así lo expone su director, Manuel de Aguirre.

«Los programas de maestría son parte de un programa combinado entre la AGG y la Universidad Mesoamericana, que dio lugar a la Escuela Superior de Alta Gerencia (ESAG)», dice De Aguirre.

La primera de ellas surge en 2001 con la Maestría en Administración  de Negocios (MBA, por sus siglas en inglés). Dos años más tarde surgió la Maestría en Marketing(MMK, por sus siglas en inglés) y en 2008 la Maestría  en Negocios y Finanzas (MBF, por sus siglas en inglés). A la fecha, entre todas han proveído al país de 24 promociones con un total de 838 egresados, con carreras de postgrado que duran 2 años.

Un vistazo más profundo

La visión más crítica y constructiva de la educación en Guatemala la tiene Juan Fernando Díaz Zuchini, experto en educación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Díaz no duda en asegurar que la educación en este país es una asignatura pendiente. Un estudio internacional del año 2010, dice, analiza la educación durante la primera década del siglo XXI. En él se confirmó que Guatemala sigue con una deuda pendiente en educación superior, pues ese año solo se invirtió un aproximado del 0.71 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Eso significa que se invirtió alrededor de US$1,208 por estudiante inscrito en la universidad pública, lo cual incluye los costos de administración, contratación, de docentes e investigación.

 Si eso lo comparamos con Chile, podemos entonces entender lo que sucede en Guatemala. En ese país del sur la inversión en la educación superior es del 15 por ciento del PIB.

 Donde sí se ha visto mayor desarrollo, aunque no el deseable, según el experto, es en el sector privado de la educación superior. Sin embargo, en términos de país, dice, ello significa que tenemos un sistema educativo excluyente, pues es obvio que aquellos estudiantes que obtengan mejor atención preparación, también tendrán mayores y mejores oportunidades en el campo laboral.

En Guatemala se ha hablado de esfuerzos pero casi todos enfocados en la educación primaria, por ello se ha dicho que en nuestro país buscamos la primarización. No cabe duda que la educación nacional debe ir desarrollándose en otras áreas como la secundaria, principalmente porque los estudiantes ven en muchas carreras de nivel medio la salida a sus problemas económicos. Necesitan trabajar para subsistir, entonces les surge tener respaldo educativo para buscar plazas laborales.

Otros de los problemas de Guatemala es que buena parte de la educación no es pertinente a los intereses de los estudiantes, hay falta de docentes bien formados y las condiciones económicas de los que aspiran a estudiar no son las mejores en la mayoría de los casos.

Y cuando se habla de la educación superior y todo ese cúmulo de carreras nuevas y flexibles que facilitan el acceso a las aulas y también la capacitación profesional en diversas áreas, Díaz lanza un señal de alerta. ¡Cuidado! Dice. Se debe sopesar mucho este tipo de programas antes de tomarlos, pues hay muchos tan flexibles que terminan promoviendo cantidad de egresados pero no calidad.

Otro asunto relevante que quizá promueva la escasa escogencia adecuada de carreras es la tardía orientación vocacional. Se le habla de las carreras hasta que los aspirantes están a un paso o días de ingresar a las aulas universitarias. Quizá por ello siga dominando el reino de las tradicionales ciencias sociales, donde un 72% de los aspirantes resulta inscribiéndose. Para 2010 ese porcentaje representaba 349,477 estudiantes inscritos.

El mismo estudio da cuenta de que un 16.47 %se inscribe en carreras relacionadas con las ciencias exactas y la tecnología, mientras que un 11.74% escoge ciencias de la salud. ¿Y el resto de carreras? Pues, según el estudio, pocos las buscan porque no las consideran muy rentables para la vida y, sobre todo, porque no tienen promoción.

Lo seguro es que Guatemala camina hacia el cambio de la educación superior y lo hace en el camino correcto, al menos en el sector privado. Sin embargo, para que podamos hablar de profesionales integrales también se deben hacer cambios en la educación primaria, algo que no depende de las universidades sino del Ministerio de Educación y que, tal como se ven las cosas, parece una tarea lejana de llegarse a cumplir.

Carlos Morales Monzón
Periodista y Consultor
cmoralesmonzon@yahoo.com

 

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