La creación de valor compartido y el desarrollo empresarial

Políticas y prácticas operacionales que aumentan la competitividad de la empresa

La responsabilidad empresarial en el desarrollo económico y el progreso social es un tema que ha cobrado relevancia y está relacionado con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) y la Agenda 2030.

Esta estrategia busca que las empresas, junto con las comunidades donde operan, desarrollen iniciativas que conduzcan sus actividades a un incremento importante de los niveles de innovación y a un aumento sustancial y progresivo del rendimiento en la economía global.

La creación del valor compartido es una propuesta creada por los profesores de la universidad de Harvard, Michael Porter y Mark Kramer, que plantean que el mundo empresarial debe renovar sus procesos y actividades de negocios, tomando en cuenta el entorno social en el que se desempeñan.  Desde luego, sin sacrificar la búsqueda y obtención de utilidades, pero tomando conciencia de las necesidades y los beneficios que se pueden alcanzar en los sectores sociales.

Para Porter y Kramer, las empresas pueden generar valor económico, es decir, tener éxito, ser rentables y generar, al mismo tiempo, valor social/ambiental, y con ello crear valor compartido.

Las empresas deben reconectar el éxito empresarial con el progreso social, y así impulsar una transformación del pensamiento tradicional, lo que conduciría a un aumento sustancial de los niveles de innovación y a un incremento sistémico de la productividad en la economía global. Crear valor compartido es una estrategia con nuevas posibilidades de compromiso de la empresa con la sociedad, que se basan en una ética de beneficio común y una lógica de relación gana-gana.

Crear valor compartido va más allá de minimizar los riesgos operacionales y proteger la reputación de la empresa. Se trata de ampliar los impactos del crecimiento económico empresarial, hacia una consolidación favorable de su entorno. Al respecto, Porter señala que, “cuando unimos todas estas piezas, tomamos conciencia de que los problemas más graves de la sociedad suelen ser también las mayores oportunidades económicas”.

Las empresas y la sociedad dependen de ambas, es un hecho irrefutable la incidencia de una sobre la otra y viceversa. Una sociedad saludable impulsa una demanda expansiva de los productos y servicios que generan los negocios, de tal forma que en la medida que más necesidades humanas se resuelven, las aspiraciones y expectativas crecen. Asimismo, una sociedad saludable necesita empresas exitosas. Mejores condiciones de vida generan más y mejores oportunidades de crecimiento económico para las empresas y calidad de vida para la población.

Tres vías para generar valor compartido
De acuerdo con Porter y Kramer existen tres formas de proporcionar valor para la empresa y valor para la sociedad, las que se complementan entre sí y generan un círculo virtuoso:

  • Innovar en productos y mercados

Innovar para crear valor compartido es descubrir nuevas y mejores maneras de hacer lo que ya se está haciendo o crear nuevos bienes o servicios con perspectiva gana-gana.

El impacto positivo que tiene esa innovación en la sociedad o el medio ambiente se traduce en una nueva manera de enfocar el negocio o el nuevo bien o servicio. Desde esta perspectiva, toda externalidad positiva tiene una incidencia sobre la rentabilidad del negocio.

Los sectores sociales son mercados potenciales, que pueden constituirse en verdaderas oportunidades de generar espacios de negocios, de nuevos productos y servicios, de nuevas formas de distribución y logística, sobre todo para el reconocimiento de mercados que anteriormente no habían sido tomados en cuenta. Un ejemplo de estas innovaciones es el enorme desarrollo de las microfinanzas, cuyas organizaciones miembros están innovando los productos y servicios que prestan, dirigidos a segmentos de mercado que no habían sido atendidos por el sistema financiero tradicional, pero que han sido atendidos por ellos, impulsando la atención de las necesidades de estos sectores y a la vez generando oportunidades de crecimiento económico empresarial.

  • Redefinir la productividad en la cadena de valor

Desde esta perspectiva, Porter y Kramer señalan que, la cadena de valor de las empresas está afectada y a la vez incide en una serie de factores sociales, que limitan su gestión. Señalan que la empresa cliente ha debido comprender que las limitaciones crecientes que experimentan los proveedores no son sostenibles para su cadena de valor. Como resultado, los autores señalan que las empresas deben fortalecer sus cadenas de valor, apoyándoles en sus capacidades de formación y gestión empresarial, acceso al financiamiento y compartiendo tecnología, esencialmente. La finalidad es que los proveedores incrementen su productividad y que dicho incremento permita mejorar los beneficios a la empresa.

Adicionalmente, se insiste en la estrategia de fortalecer las cadenas de valor, incentivando la compra a pequeños empresarios, que fortalezcan la economía local y estimular las prácticas amigables con el medio ambiente. Todas estas prácticas innovadoras no solo reducen costos de producción, operación y abastecimiento, sino que generan un enorme valor compartido para la sociedad, la comunidad y la propia empresa.

  • Desarrollar clústeres locales

Las empresas deben tener una mirada diferente para concebir que quiénes están a su alrededor, las propias comunidades y vecinos, son en realidad socios de su propio desarrollo y crecimiento. Y, desde esa mirada, puedan contribuir a generar iniciativas de clusters. De acuerdo con Porter (2011), son “agrupaciones de empresas e instituciones relacionadas entre sí, pertenecientes a un mismo sector o segmento de mercado, que se encuentran próximas geográficamente y que colaboran para ser más competitivas”.

Estos clústeres deben ser comprendidos como escenarios neutrales donde líderes empresariales, autoridades locales, entidades de apoyo y otros actores clave, trabajan colaborativamente para incrementar la productividad y competitividad del sector en el que se desempeñan.

El éxito de cada empresa está condicionado por las empresas e infraestructura económica de su entorno. La productividad y la innovación están fuertemente influenciadas por la existencia de clústeres, que fortalecen estas condiciones. De esta manera, el desarrollo de capacidades locales en formación y servicios facilita la productividad de la empresa.

Finalmente, crear valor compartido significa que la empresa, impulsando acciones, proyectos y programas en las áreas que se han mencionado, logre avanzar en sus esquemas de producción y competitividad, creando un medio ambiente favorable y de crecimiento económico y social, disminuyendo las presiones que provienen de las externalidades negativas de su gestión tradicional, apoyando el desarrollo de capacidades locales que favorece el progreso social y a la vez, facilita e impulsa la productividad de la empresa.

Saúl Morales
Director
Centro de Desarrollo (CEDE)
AGG

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