Puntos comerciales de referencia

Más que ser un grupo de locales para el comercio, los nuevos centros comerciales se han convertido en lugares de entretenimiento, referencia y dispersión.

Jacqueline Sherman de Ortiz, directora de Mercadeo y Ventas de Grupo Ubica.

A comienzos de la década de los ochenta, la ciudad capital comenzaba a expandirse hacia las zonas consideradas residenciales. Mixco, San José Pinula y San Miguel Petapa todavía mantenían una diferencia clara en sus límites.

Centros comerciales como Montúfar, Jardines de la Asunción y Novicentro marcaban la tendencia estadounidense de locales comerciales alrededor de un parqueo, ubicados en áreas de clasificación residencial.

En los noventa, Peri-Roosevelt y Megacentro definían la plusvalía comercial en la Calzada Roosevelt con centros más modernos y diseñados con el sistema de anclas: centros comerciales alargados con dos o tres tiendas de renombre de gran tamaño.

Para el presente siglo, grandes inmobiliarias se interesan tanto en la creación de nuevas opciones residenciales y de oficinas como en centros comerciales cercanos que se integren al desarrollo de estas opciones.

Como todo inmueble, los centros comerciales cuentan en su momento con lo más moderno de cada época y marcan su propio referente al ser inaugurados. Como se mencionó anteriormente, la primera ubicación de Megacentro fue en un área de fuerte expansión inmobiliaria, hoy, de gran tránsito intermunicipal.

Jacqueline Sherman de Ortiz, directora de Mercadeo y Ventas de Grupo Ubica, explica que en 1989 el Grupo desarrolló el primer centro comercial en Guatemala con concepto de “mall” americano – Megacentro- y luego continuó con Megaseis.

Ambos contaron con remodelaciones recientes. En 2008 se construyó un sótano de parqueos adicional en Megacentro y se remodeló el interior del centro comercial, mientras que, en 2012, se rediseñó el área del Food Court de Megaseis.

En los años noventa, Megacentro y Peri-Roosevelt definían la plusvalía comercial en la Calzada Roosevelt.

En el interior
Muchos desarrolladores inmobiliarios ven también hacia el interior del país. Condiciones como el clima, permisos municipales y la propia cultura de la zona hacen que existan diferencias muy grandes con respecto a la creación de centros comerciales en la Ciudad Capital.

“Hace varios años tuvimos un proyecto para desarrollar, un centro comercial con un ancla de supermercado en las afueras del casco de La Antigua Guatemala, con un diseño en armonía con el entorno histórico y cultural. Lastimosamente, no se llevó a cabo por objeciones de un comité de vecinos por lo que se desistió del intento. Sin embargo, un tiempo después, otra empresa instaló un supermercado en La Antigua”, expresa Sherman.

Por otro lado existen casos de éxito como el centro comercial Pradera Xela, en Quetzaltenango, y Plaza Palmeras, en Escuintla, principales referentes en sus respectivas ciudades que mantienen un alto grado de visitas.

Los centros comerciales aumentan la plusvalía del área en donde se ubican. En la fotografía Kalú en El Naranjo.

El interés radica en que estas ciudades son consideradas polos de desarrollo y de inversión. Además, en la última década las principales ciudades del interior del país han crecido tanto en el tema demográfico como en el sector inmobiliario. Muchos de estos centros son puntos de paso en el tránsito interdepartamental y buscan satisfacer diversas necesidades al contar con farmacias, cadenas de supermercados e incluso franquicias de restaurantes.

Repercusión inmobiliaria

Conforme la ciudad capital ha crecido junto al número de vehículos que transitan por ella, también se ha incrementado la construcción de centros comerciales. Esto lleva a pensar que al construir un centro comercial en un área determinada, en ella se incrementa el tránsito automotriz.

Sherman explica que, “en un principio se busca desarrollar centros comerciales en áreas que ya tienen alta densidad vehicular y buscan satisfacer las necesidades de los que habitan, trabajan o se desplazan por estas áreas. No obstante, debería ser un requisito que los centros comerciales tengan ingresos y salidas que permiten incorporarse a las vías de circulación de manera progresiva a través de un carril de desaceleración y aceleración para no obstaculizar el tráfico”.

“Desafortunadamente, esto no es una práctica por lo que a menudo existe congestión vehicular en los ingresos y salidas de los centros comerciales que sí afectan el tránsito de la zona”, dice Sherman.

Por otro lado, Ana Isabel Sierra, gerente de marca de Plaza Kalú de Calidad Inmobiliaria, afirma que, los centros comerciales conllevan beneficios en las áreas urbanas como la generación de mayor plusvalía y estatus al área en donde se ubican.

Linda Swana, gerente de Mercadeo Condado Naranjo.

El impacto positivo de ello es la creación de empleos directos e indirectos, más el incremento de transacciones monetarias que producen una economía activa. “A nivel económico, un centro comercial es un generador de empleos en el sector, cada persona que atiende, mantiene, opera, etc. es un empleo más para cada comunidad. Además, para el desarrollo del lugar un centro comercial correctamente diseñado y administrado, trae plusvalía al sector”, explica Swana.Coincide Linda Swana, gerente de Mercadeo de Condado Naranjo, al explicar que los centros comerciales están diseñados para ser espacio de entretención, generadores de comunidad, que brindan mejores opciones de compra y satisfacen necesidades, y también permiten que las personas reduzcan su desplazamiento y las molestias del tráfico.

En la actualidad, cada zona, tanto de la ciudad capital como de los municipios cercanos, cuenta con un área comercial bien definida con alto tránsito vehicular, afluencia peatonal y economía pujante. Esto es debido al interés de los desarrolladores inmobiliarios de crear opciones de vivienda con centros comerciales cercanos o dentro del proyecto.

Alejandro García
Colaborador Revista
GERENCIA
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