Cinco porciones, cinco veces al día

Guatemala está catalogado como el país de la doble carga en la malnutrición

La VI Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil refleja que, el 47% de los niños menores de 5 años sufren desnutrición crónica y el 17% padecen desnutrición severa. Por otro lado, el 32% de las mujeres en edad reproductiva sufren de sobrepeso y el 20% padecen de obesidad.

El porcentaje de sobrepeso se dispara hasta el 74% en el grupo de mujeres comprendidas entre los 40 y los 49 años. Posiblemente, el problema no es el consumo de recados y de las comidas tradicionales del país, que nutricionalmente no son tan dañinas porque conllevan un proceso de preparación que incluye el asar o el cocer, sino el consumo de grasas, carbohidratos y azúcares, señala la nutricionista Sandra Sandoval.

Y es que, el problema de la nutrición en Guatemala es complejo. En las áreas urbanas de clase media, cada vez se cuenta con menos tiempo para preparar los alimentos y se depende más de lo que se compra rápidamente, desde comida rápida hasta otros alimentos que dan la sensación de llenura, como harinas, carbohidratos, atoles y grasas, por los que no se consumen frutas o verduras, y “en una hora se tiene hambre de nuevo”. 

En áreas marginalizadas urbanas y rurales la nutrición deficiente y la falta de vitaminas y minerales acarrean consecuencias como anemia y desnutrición crónica y aguda. La desnutrición crónica es un problema que está frenando el desarrollo del país, indica Gabriela Mejicano, nutricionista que trabaja con comunidades, quien advierte que, “en la mayoría de los casos las familias que lo padecen no lo reconocen como tal porque lo han arrastrado por décadas y para ellos es normal ser de baja estatura, por ejemplo”.

La profesional añade que, el verdadero problema es que la desnutrición no permite un desarrollo adecuado de los órganos y del cerebro, lo que causa, en otras consecuencias, repitencia escolar que a su vez limita sus oportunidades de empleo.

Por su parte, la falta de desarrollo de algunos órganos repercute en que cuando esta persona alcanza la adultez está más propensa a desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles. Por ello, las expertas coinciden en la multicausalidad de la desnutrición y en que la solución exige un esfuerzo estatal que vaya más allá de un período de gobierno.

La desnutrición no es una prioridad para el actual Congreso de la República, que no logra alcanzar acuerdos para la aprobación de la “Ley Crecer Sano”, que conforma el proyecto de Nutrición y Salud en Guatemala y que implicaría obtener un préstamo por US$100 millones del Banco Mundial para ejecutar programas que combatan la desnutrición.

La desnutrición crónica convive con el sobrepeso y la obesidad, que conducen a consecuencias como la diabetes, la hipertensión, así como enfermedades renales y cardíacas. El problema, según Mejicano es que son dietas inadecuadas o por deficiencia o bien por exceso o por falta de calidad. Idealmente, añade, la dieta debería calcularse de acuerdo con la edad, la estatura y el sexo de la persona.

El sobrepeso y la obesidad serán una carga para la salud pública o privada en el futuro, ya que no se están tomando medidas preventivas, indica la profesional.

Es práctica común que la alimentación de niños y adolescentes en áreas urbanas, aunque no exclusivamente, esté compuesta por galletas, dulces, frituras, alimentos preparados, golosinas, bebidas envasadas, sal y azúcar. “Comúnmente, los niños llevan de refacción galletas, un jugo y un pan porque es lo más práctico, pero estos productos son una bomba. Hay juguitos que tienen hasta siete cucharadas de azúcar, pero no se siente porque se les pone sabor ácido. Toda esta alimentación lo que aporta son calorías, azúcar y grasa”.

Sandoval no es partidaria de prohibirlos, pero tampoco de incluirlos como parte de la dieta diaria. Llama la atención sobre la aceptación social que hay de la adicción por el azúcar. “En Guatemala todavía no se posee conciencia de la magnitud de daño que provoca el consumo de azúcar para la salud de las personas”.

Mejicano pone sobre la mesa otro elemento: si no se hace tiempo para alimentarse mejor se tendrá que dedicar en el futuro más tiempo a curar y tratar enfermedades, porque la malnutrición y sus consecuencias limitan las capacidades físicas, mentales hasta el punto de la ceguera o amputaciones. Así también, deja a personas fuera del ámbito laboral y repercute en la pérdida de recursos para la persona y su familia.

Ambas expertas coinciden en que, de no tomar acciones preventivas, las enfermedades asociadas con el sobrepeso y la obesidad van a consumir el presupuesto de salud sin haber terminado de solucionar el problema de la desnutrición. Sandoval evidencia la conexión entre ambos problemas: ser un país con una alta tasa de desnutrición crónica predispone a que las personas sufran de sobrepeso en la edad adulta por una razón simple: “el cuerpo se acostumbra a sobrevivir con menos de lo que necesita y esa memoria se guarda en el organismo de tal manera que cuando se le da más alimento, el organismo guarda automáticamente para cuando no haya”.

Un estudio realizado por el Imperial College London, en 2014, reporta que el promedio de talla de las mujeres guatemaltecas es de 1.49 metros, el más pequeño del mundo. Y esta es una de las consecuencias de la desnutrición crónica, ya que, según el estudio de marras, el crecimiento está influenciado por los factores ambientales, por la genética, pero también por la alimentación.

Sandoval añade que, el hecho de que las mujeres siendo pequeñas, consuman poco y además, una dieta rica en carbohidratos y grasas, tiene relación directa con el sobrepeso y la obesidad. Pero esta es solamente una de las consecuencias, Sandoval, quien trabaja nutrición y su relación con las muertes maternas indica que, el embarazo de mujeres con estas características es de alto riesgo.

Una buena alimentación debe basarse en alimentos frescos, frutas, vegetales y legumbres para garantizar el consumo de vitaminas, minerales y fibras que ayuden a alcanzar una mejor salud gastrointestinal. Además, se recomienda realizar cinco tiempos diarios de comida, 3 tiempos principales y 2 refrigerios, mesurados.

Sandoval recomienda tener en cuenta la estrategia “5 al día, en cada tiempo de comida”, que consiste en que en cada tiempo de comida el alimento principal debiera ser una fruta o una verdura o un vegetal, de preferencia crudo. Esto obliga a consumir un alimento importante y asegura que el aporte de calorías no es tan fuerte.

Mejicano indica que, es importante comer variado porque cada grupo de alimentos aporta nutrientes específicos. De igual manera se recomienda tomar el desayuno lo más pronto posible, luego de levantarse. También es importante regular los tiempos de comida para no activar la alerta que el cerebro interpreta como: “debido a que esta persona no es muy regular, al comer almaceno porque no sé cuándo me tocará de nuevo”.

Por otro lado, consumir alimentos procesados que contienen glutamato monosódico, un potencializador del sabor, causante de cáncer; preservantes y colorantes que no aportan nutricionalmente, aumenta el riesgo de padecimientos gástricos y otras enfermedades. Sandoval hace hincapié en la necesidad de realizar 50 minutos diarios de actividad física moderada o 25 minutos de actividad física intensa, para que el metabolismo se mantenga activo y así se reduzca el estrés y la ansiedad.

Mejicano enfatiza en la importancia de la motivación por vivir saludable. Recomienda planificar la alimentación semanal, dedicar un tiempo para escoger los alimentos, cocinarlos y congelarlos o buscar opciones de comida que nutran y sean saludables. No recomienda suplir una dieta balanceada por un multivitamínico. “Por muy bueno que sea, no se le puede empaquetar la fibra, los oligoelementos, los anticancerígenos y todo lo que le ofrece la naturaleza”.

Roberto M. Samayoa O.
Colaborador
Revista GERENCIA
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